Il Glicine Innamorato

Cuando empecé a diseñar mi casa de huéspedes, lo primero que pensé fue en mi estilo personal de viaje. Recuerdo un maravilloso viaje a Alemania, a la Selva Negra; cuando llegué, el huésped estaba de viaje y regresaría en unos días. Al regresar a casa con su familia, les preparé un desayuno de bienvenida: ¡yo, para ellos! ¡Y en su casa! Fue fantástico; charlamos toda la tarde y fue realmente enriquecedor. Por eso, cuando viajo, busco alojamientos que me permitan conocer a la gente local de forma auténtica, aprender sobre su historia y conocerlos. Disfruto sintiéndome como en casa y saboreando la historia y la belleza del lugar: el genius loci de los romanos. Guardo muchos recuerdos entrañables de mis viajes, especialmente relacionados con la gente que he conocido. En mi casa de huéspedes, intento transmitir a mis huéspedes la misma sensación: les doy la bienvenida y les hago sentir como en casa. Conozco bien mi región y disfruto ofreciendo consejos sobre los alrededores, proporcionándoles guías de viaje y libros que hablan sobre la historia y las oportunidades que ofrece. Hago todo lo posible para que su estancia, por breve que sea, sea un grato recuerdo. Gracias a mi casa de huéspedes, he conocido a mucha gente interesante, que me ha dejado recuerdos entrañables, y muchos me han dejado notas con palabras amables o sugerencias. Ahora tengo un libro de visitas disponible para quienes quieran dejar su opinión sobre su estancia; es una especie de reseña privada, pero más íntima.

Trabajo como profesora de humanidades, pero sobre todo, me encanta hacer senderismo en la montaña y recoger flores silvestres y hierbas para preparar infusiones, mermeladas y licores que comparto con los huéspedes. Cuando alquilo la casa entera, vivo al lado, así que puedo ayudarles cuando lo necesiten y sugerirles lugares, restaurantes y mucho más.

¡Bienvenidos a mi casa!