Me alojé en la Wine Suite con spa por un coste de 180 €. Una decepción total: quería marcharme pero el responsable,que estaba en América,me dijo que no reembolsaría las comisiones y que,si no me parecía bien,podía acudir a un abogado. Aclaro de inmediato el motivo por el que quería irme. La suite está en la planta baja con acceso directo desde la calle;de hecho se baja un escalón. La única fuente de luz de las dos estancias son las puertas de entrada,por lo que si no quieres que te vean debes oscurecerlas con una cortina. En pocas palabras,no ves nunca la luz del día ni siquiera con la puerta abierta. Privacidad cero. Humedad por capilaridad en cantidad industrial,tanto es así que las paredes de las dos habitaciones presentan evidentes signos de desprendimiento del enlucido. Para habitar los espacios estás obligado a encender los aires acondicionados que,junto con la vinoteca refrigerada,provocan un ruido que dificulta el sueño. La alternativa era apagar los aires acondicionados y mantener las puertas abiertas con el riesgo de tener huéspedes de cuatro patas en la habitación. De hecho,si paseas por Trani a lo largo de los muros hay muchas trampas para ratones. Olvidé decir que si por la noche tienes que ir al baño y mides más de 180 cm recuerda agachar la cabeza,si no corres el riesgo de dañar la pared que divide las dos estancias. En esta suite no hay vistas. Lo único positivo es que tanto el baño turco como el hidromasaje funcionan.