A menudo, las maravillas de la tierra italiana son desconocidas.

En busca de un lugar relajante y agradable para pasar un fin de semana o unos días de tranquilidad, se puede alejar de Milán solo por cien kilómetros y encontrarse en las primeras colinas de los Apeninos de Parma, en un lugar que nos transporta en el tiempo, un pequeño pueblo medieval dominado por el castillo de los marqueses Pallavicino.

Una de las casas del pueblo ha sido transformada a lo largo de los años por Laura y Massimo en un refugio que se integra en el verde, en la historia y en la agradable vida campesina de la tierra emiliana.

El amor por este lugar nos ha llevado a convertirlo en nuestra residencia personal, pero también a querer compartir estas bellezas ocultas con aquellos que deseen visitarlas y transmitir a nuestros amigos el valor de este territorio, desde el punto de vista natural, histórico, artístico y, por qué no, gastronómico.

Podrán despertar en un silencio solo interrumpido por el sonido de la campana de la torre y el canto de los pájaros, disfrutar de la tranquilidad del jardín o sentarse junto a la chimenea, dar paseos a pie, en bicicleta o a caballo por las carreteras rurales y los bosques, visitar los numerosos castillos de la zona, disfrutar durante unas horas de las aguas cálidas y salinas de los balnearios liberty de Salsomaggiore y terminar el día con una excelente cena a base de jamón de Parma, culatello, trufas, hongos y deliciosas pastas tradicionales hechas a mano.